Dancausa (Bankinter):"Tenemos que romper con la dependencia del estado"
Creado por Raquel Lánder y Miguel Ors , el Martes 26 de Abril de 2011

Está preocupada con la fotografía. Ha visto nuestra portada de Ignacio Sánchez Galán y le aterra pensar cómo quedaría ella en uno de esos primeros planos crudos e inclementes, que levantan acta de la arruga más ínfima y te permiten contar todos los poros de la nariz. Preferiría un retrato menos, digamos, psicológico.



Dolores Dancausa (o Mariló, como la llaman todos) es una rara avis. No por ser la única mujer que dirige una compañía del Ibex, sino por la importancia que concede a la imagen y la comunicación. Eso es habitual en el mundo anglosajón, donde los empresarios son conscientes de que la suerte de una salida a bolsa se decide a menudo en las columnas del Wall Street Journal. Aquí somos un poco más primarios. Se sigue llevando el directivo adusto y de doble papada. Dancausa es cordial y delgadita. "Cuando estaba en Línea Directa salía a correr muchas tardes por el Retiro", aseguran en Bankinter. "Ahora no sé si podrá, porque la mayor parte de los días todavía anda por aquí a las diez de la noche". Está el sector financiero como para correr (o sí, pero no por el Retiro).

Dancausa no renuncia, además, a ejercer de madre y esposa. "Cuando regreso a casa cada día, procuro olvidar la presión y dedicarme al 100% a mis hijos y mi marido", explica. "Planificamos las vacaciones en familia y buscamos huecos para disfrutar juntos: viajando, haciendo deporte, yendo al cine... Pero es complicado y, al final, vamos sorteando las dificultades y pasando rachas mejores y peores con el convencimiento de que ése es el camino correcto".

Esta idea de la vida como una sucesión inevitable de rachas y altibajos, en la que lo único recto son los principios ("el convencimiento del camino correcto") es también muy anglosajona, muy victoriana. Dancausa tiene colgado en su despacho el poema If de Rudyard Kipling, ese himno a la fuerza de voluntad, a la autoexigencia y a la dignidad en la derrota: "Si puedes contemplar la obra de tu vida rota / y agacharte y reconstruirla con herramientas gastadas..."

Como comprenderán, una mujer así no podía ser partidaria de la paridad ni de ningún tipo de muleta legal. "Estoy en contra de las cuotas. Hay que garantizar la igualdad de oportunidades, pero cualquier otra imposición, y más en el ámbito de la empresa privada, es un error".

Pero la experiencia revela que, sin discriminación positiva, no se avanza. "Las mujeres directivas son hoy prácticamente las mismas que hace 10 años", le objetamos.

—Posiblemente el retraso se deba a que también nos hemos incorporado después al mercado y lleva tiempo alcanzar posiciones de responsabilidad —responde—. Cambiar unas estructuras sociales que se han mantenido estables durante siglos no es sencillo, pero yo soy optimista. No hay más que mirar alrededor para comprobar que cada vez somos más mujeres en los distintos sectores de la actividad.

—Usted nunca se ha sentido discriminada...

—La verdad es que no. He tenido la suerte de trabajar en empresas modernas, en las que el rendimiento se mide y se valora en función de unos objetivos, no de si eres hombre o mujer o del tiempo que pasas en la oficina.

Dancausa se licenció en Derecho ("vengo de una familia de abogados, mi padre lo era, mis hermanos lo son"), pero ha desarrollado toda su carrera en las finanzas. Empezó en el Banco Exterior y de ahí pasó a la asesoría jurídica de Bankinter. "Era una época interesante, con Juan Arena de consejero delegado. Se estaban gestando nuevos proyectos continuamente". A mediados de los años 80, el sector ofrecía un aspecto muy distinto al actual. Los presidentes de los Siete Grandes (Banesto, Hispano, Central, Bilbao, Vizcaya, Popular y Santander) celebraban un almuerzo mensual que hoy pondría los pelos de punta a la Comisión Nacional de la Competencia. No se pactaban precios, pero sí se limaban asperezas y, en general, se procuraba no molestar al prójimo. Los tipos de interés superaban el 20%, las cuentas corrientes se remuneraban al 2% y los márgenes eran amplios y confortables.

Bankinter se dedicaba entonces a la banca de empresa, pero Arena sabía que aquello no tenía futuro, que había que abrirse a los particulares y lanzó un depósito al 15%. Fue el inicio de esa sucesión de "nuevos proyectos" de los que habla Dancausa. Santander lo imitó poco después con su supercuenta, desatando la primera guerra del pasivo. Se acabaron las componendas y se acabaron los almuerzos. El sector se sumió en una competencia feroz, que obligó a Bankinter a reinventarse cada día. Fue pionero en fondos de inversión, en banca telefónica y por internet, en control de calidad...

En ese contexto efervescente surgió Línea Directa. "La idea vino de Inglaterra", explica Dancausa. "El equipo que preparaba el lanzamiento de la banca telefónica fue a ver a Peter Wood, que era consejero de Bankinter y había creado Direct Line". Wood era un antiguo empleado de correduría al que un día se le ocurrió vender pólizas por teléfono. Empezó en 1985, con 20 millones de libras que puso Royal Bank of Scotland, y en 1994 su compañía era la primera aseguradora de automóviles de Reino Unido.

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