La Madre Verónica, Pilar Vila-Sanjuan Sagnier y Conchín Fernández, tres personas excepcionales, de actualidad

Este periódico ha dado noticia en las últimas semanas de tres personas excepcionales. La primera, quizás la que más me conmueve por su proximidad familiar, es Pilar Vila-Sanjuan Sagnier. Esta mujer de 58 años, que desciende por vía directa del segundo matrimonio la Reina María Cristina, decidió hacerse monja hace ya muchos años y ahora dirige el colegio de Jesús y María en Lahore (Paquistán). Tiene 2.000 estudiantas, de las que 750 son cristianas y el resto musulmanas. «Cristianos y musulmanes podemos vivir juntos mientras haya respeto. Y del roce nace el respeto». Desde luego ella lo intenta, en condiciones muchas veces precarias y muy arriesgadas.

Conchín Fernández pasó de ser el icono de la «mujer del tiempo» en TVE a volcarse en el Congo como cooperante de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. «Conocí al padre Amable, un misionero ruandés establecido en el Congo, que me habló de la posibilidad de viajar a la zona para difundir el trabajo que estaba realizando». Esta atractiva y joven mujer es rotunda en su juicio: «En el Congo corres tantos peligros, que terminas por rendirte a la providencia y entiendes por qué a pesar de todo la gente es aquí alegre y muy religiosa».

Y, por último, la Madre Verónica, fundadora del nuevo Instituto Iesu Communio que agrupa, en torno al convento de Lerma-La Aguilera, a 186 religiosas, la inmensa mayoría de ellas jovencísimas mujeres que antes de consagrarse a la oración eran exitosas profesionales. A mi esta monja me recuerda a Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada, más conocida por Santa Teresa, y además me gusta su atractivo físico, como el de la santa, que trasmite su alma. Un día me acercaré al convento a ver si me recibe y le enseñaré una paráfrasis que escribí el año pasado sobre el Cántico de San Juan, cuando mi alma penaba y moría.